Uno de los relatos más conocidos de la Biblia narra que los diferentes idiomas surgieron como consecuencia de un castigo. En Babel, la humanidad tuvo la ambición de construir una torre que alcanzara el cielo, y por ello, fue condenada a hablar múltiples lenguas y a no entenderse entre sí.
Más allá del mito, todos hemos experimentado la frustración de no comprender a un extranjero o de enfrentarnos, ya adultos, a la inmersión en otro idioma. Sin embargo, aprender nuevos idiomas nos abre un mundo fascinante de posibilidades que trascienden la mera comunicación.
Aprender otro idioma beneficia a tu cerebro
Son muchas las investigaciones sobre el impacto del bilingüismo, de las que se han obtenido resultados increíbles. Se ha descubierto que mantiene y amplifica la plasticidad cerebral, nos ayuda a ser más flexibles mentalmente y mejora nuestra atención y memoria. Incluso, nos protege de problemas cognitivos futuros.
No obstante, en el día a día, estas ventajas no siempre son reconocidas. Además, diversas encuestas realizadas hace aproximadamente una década a profesores del Reino Unido, Holanda y varios países de Latinoamérica demostraron que está extendido el “neuromito” de que es más adecuado reforzar un primer idioma antes de aprender un segundo. Pero la ciencia está desmintiendo esta creencia.
Capacidad de aprender idiomas, ¿se nace con ella o se aprende?
La realidad es que nacemos con una habilidad innata para aprender múltiples idiomas. Incluso antes de hablar, vivir en entornos bilingües ayuda a los niños a mejorar su control cognitivo.
A medida que crecemos y aprendemos más lenguas, nuestro cerebro forma nuevas conexiones neuronales que nos benefician a lo largo de la vida.
Cuando los niños están expuestos a otros idiomas, lo importante no es que los comprendan, sino que su cerebro asimile nuevos fonemas y melodías. Este entrenamiento permite que el bilingüismo nos ayude a descifrar información en distintos formatos (por ejemplo, al ver un felino, pensamos en gato o cat, en inglés), lo que nos permite desarrollar diferentes perspectivas.
Aprender idiomas, mucho mejor de pequeños
Es evidente que aprender idiomas es más sencillo cuando somos jóvenes. Durante la infancia, somos más receptivos y la exposición a una segunda lengua debería comenzar idealmente antes de los siete años, a través de interacciones sociales.
Diversos estudios han demostrado que no se obtienen los mismos beneficios si los niños pequeños pasan tiempo frente a una pantalla para aprender idiomas como el chino o el inglés.
Además, el bilingüismo mejora la percepción de los colores y facilita el aprendizaje de un tercer idioma, según numerosos expertos. Incluso se ha comprobado que el bilingüismo ayuda a los niños nacidos prematuramente a fortalecer las funciones ejecutivas que podrían estar menos desarrolladas.
Sin embargo, este proceso de aprendizaje también conlleva algunos pequeños desafíos. Las personas bilingües suelen tardar más en nombrar objetos en cualquiera de sus idiomas, incluso en el dominante. Aparentemente, su aprendizaje es más lento y tienen un vocabulario más limitado en su lengua materna.
Sin embargo, con el tiempo, las ventajas del bilingüismo se hacen más evidentes. Estudios realizados en Europa, América y Asia han demostrado que el bilingüismo puede retrasar los síntomas de la demencia entre cuatro y cinco años, gracias al aumento de la reserva cognitiva y al mayor grosor cortical en las regiones ejecutivas del cerebro.
Ventajas de aprender un segundo idioma en la edad adulta
Las ventajas del bilingüismo no se limitan solo a aquellos que fueron expuestos a un segundo idioma desde pequeños. Estudiar un segundo idioma, a cualquier edad, tiene un impacto positivo, como se demostró en graduados universitarios. Aquellos que aprendieron otros idiomas desarrollaron una mejor capacidad de atención al alternar tareas.
Como ves, aprender otros idiomas y fomentar contextos bilingües para nuestros hijos no solo mejora la comunicación o la inmersión cultural, sino que también hace que nuestro cerebro sea más flexible y nos permite desarrollar diferentes perspectivas ante un mismo problema.
Si la inteligencia nos permite tomar mejores decisiones, es posible que el bilingüismo también nos haga más inteligentes.
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Fuente: elpais.es
